Desde el primer momento en que mi compañera me acarició con sus manos llenas de aceite, sentía risas y buenas sensaciones recorriendo mi piel, me sentía como un guerrero de la luz recibiendo un regalo después de mucho tiempo sin visitar el cielo. Y ahora, llamando a las puertas celestiales, progresivamente la respiración, las caricias, la música y demás alicientes, me iban subiendo cada vez más y más. Qué bonito para un hombre el poderse abandonar en una deliciosa rendición en los amorosos brazos de la Madre Divina. Ella es puro amor y nos lo regala en abundante profusión.

Qué bonito que el elemento principal de esta experiencia sea la sádhana (práctica) espiritual disociada de expectativas, situaciones emocionales, apegos y demás componentes habituales en una relación mundana. Sexualidad y sádhana, tremenda alquimia. Mi energía iba amplificando y estaba siendo canalizada más hacia mi punto sagrado y menos hacia mi lingam. Placer sexual y espiritual. Ahora sé de verdad lo que es la Sexualidad Sagrada.

El momento más culminante del masaje fue que, llamando a esta puerta sagrada, mi kundalini despertó, y experimenté un orgasmo sin eyaculación parecido a una macro eyaculación interna en todo mi ser tan intensa como 5 millones de eyaculaciones. Mi cuerpo palpitaba como si fuese agua hirviendo, estaba en éxtasis divino y parecía no terminar nunca.

A partir de los quince minutos aproximadamente fue bajando, pero tardé varias horas en aterrizar del todo. No existe mayor placer, felicidad y plenitud.

Nunca imaginé que la sexualidad pudiera llevarme tan alto, ni tampoco imaginé que sexualidad y espiritualidad pueden ir tan unidas. Ahora sé por qué Tantra significa expansión.

Raúl Bermejo – Profesor de Yoga
Taller Compasión y Éxtasis, 27 de julio 2025